Hermanas Ursulinas

Ángela fue una mujer santa y sabia, luchadora, inteligente y perseverante, que trabajó por la paz en un clima de guerra. Personalmente llevó paz, consuelo y consejos a todo aquel que lo necesitase. Escuchaba, luego consolaba, finalmente aconsejaba y oraba.

Hoy y siempre ella hace a sus hijas emisarias de una buena nueva que han de ir conquistando más allá de los obstáculos, de las debilidades, de los fracasos y de las incertidumbres de esta vida.

Ángela nace en Desenzano, Italia entre 1470 y 1474. Hija de Giovanni Merici y de Caterina Bianca de Biancosi de Saló, quienes educan a sus hijos en un ambiente de fe robusta y sincera. Tuvo una infancia feliz. Su padre reunía a la familia cada noche para leer historias de santos. Así Ángela aprendió de Santa Úrsula y su compañía de vírgenes. En la adolescencia pierde primero a su madre, más tarde a su hermana y al poco tiempo a su padre.

Brindaba apoyo espiritual consejo a muchas personas de todas las clases sociales y edades. El Espíritu Santo le otorgó el don del Consejo. Ayudó a las mujeres enseñándoles y dignificándoles. Se convirtió en una Madre Espiritual para todo aquel hambriento del amor de Dios.

Realiza viajes de peregrinación a Tierra Santa (donde quedó temporalmente ciega), Roma y Varallo. Estos eran peligrosos y no se acostumbraba que las mujeres acudieron por los peligros existentes, pero Santa Ángela no se dejaba detener por los obstáculos.

Su ejemplo atrae a un grupo de mujeres, quienes la admiran por su tenacidad, fortaleciéndose bajo su guía. Es así que, Ángela reúne a sus compañeras y prepara la fundación de la “Compañía de Santa Úrsula”. Comienza a redactar su Regla involucrando a sus “hijas” en esta tarea. El 25 de noviembre de 1535, se comprometieron 28 jóvenes a seguir su Regla.

Ángela muere el 27 de enero de 1540, dejando la Compañía en manos de sus “hijas”. Ángela fue canonizada el 24 de mayo de 1807 y sus restos permanecen incorruptos en la iglesia de Santa Afra, Brescia.

Santa Ángela Merici


Ángela fue una mujer santa y sabia, luchadora, inteligente y perseverante, que trabajó por la paz en un clima de guerra. Personalmente llevó paz, consuelo y consejos a todo aquel que lo necesitase. Escuchaba, luego consolaba, finalmente aconsejaba y oraba.

Hoy y siempre ella hace a sus hijas emisarias de una buena nueva que han de ir conquistando más allá de los obstáculos, de las debilidades, de los fracasos y de las incertidumbres de esta vida.

Ángela nace en Desenzano, Italia entre 1470 y 1474. Hija de Giovanni Merici y de Caterina Bianca de Biancosi de Saló, quienes educan a sus hijos en un ambiente de fe robusta y sincera. Tuvo una infancia feliz. Su padre reunía a la familia cada noche para leer historias de santos. Así Ángela aprendió de Santa Úrsula y su compañía de vírgenes. En la adolescencia pierde primero a su madre, más tarde a su hermana y al poco tiempo a su padre.

Brindaba apoyo espiritual consejo a muchas personas de todas las clases sociales y edades. El Espíritu Santo le otorgó el don del Consejo. Ayudó a las mujeres enseñándoles y dignificándoles. Se convirtió en una Madre Espiritual para todo aquel hambriento del amor de Dios.

Realiza viajes de peregrinación a Tierra Santa (donde quedó temporalmente ciega), Roma y Varallo. Estos eran peligrosos y no se acostumbraba que las mujeres acudieron por los peligros existentes, pero Santa Ángela no se dejaba detener por los obstáculos.

Su ejemplo atrae a un grupo de mujeres, quienes la admiran por su tenacidad, fortaleciéndose bajo su guía. Es así que, Ángela reúne a sus compañeras y prepara la fundación de la “Compañía de Santa Úrsula”. Comienza a redactar su Regla involucrando a sus “hijas” en esta tarea. El 25 de noviembre de 1535, se comprometieron 28 jóvenes a seguir su Regla.

Ángela muere el 27 de enero de 1540, dejando la Compañía en manos de sus “hijas”. Ángela fue canonizada el 24 de mayo de 1807 y sus restos permanecen incorruptos en la iglesia de Santa Afra, Brescia.

Santa Úrsula


Úrsula y las compañeras que atrajo, vírgenes mártires del siglo IV en Colonia, han marcado un ejemplo por su fe, su virginidad, su coraje y su fidelidad a Jesús. Estas características eran tan fuertes en ellas que las llevaron hasta el punto de derramar su sangre. Úrsula encarna los ideales que deben guiar nuestra vida.

Úrsula emprende un viaje a Tierra Santa donde se arriesga y enfrenta los peligros del mar. En este viaje, conoce al Papa en Roma, quien le da su bendición. Luego, siguiendo los caminos dictados por Dios, guía a sus vírgenes compañeras al martirio. Úrsula y sus compañeras vivieron la misma pasión, pero fue ella quien las mantuvo unidas y firmes en su decisión por el amor a Jesucristo.

María de la Encarnación

Primera Misionera Ursulina del Nuevo Mundo.


María Guyard, nació en la ciudad de Tours, en Francia, el 28 de octubre de 1599. Desde muy pequeña sintió el llamado de Dios en sueños y visiones. Por obediencia a sus padres y las costumbres de la época, se casó con un acomodado manufacturero de nombre Claude Martin, con quien tuvo un hijo también llamado Claude.

Al quedar viuda y después de esperar que su hijo cumpliera 12 años, María ingresó en la Congregación de las Hermanas Ursulinas. Siguiendo los deseos de Dios expresados en una visión, insistió y perseveró hasta recibir autorización para ser la primera misionera, Ursulina, que viajó a Canadá.

A la edad de cuarenta años, cruzó el Atlántico y llegó a Quebec en 1639 con el primer grupo de religiosas que llegaron a la Nueva Francia, para fundar el Monasterio de las Ursulinas en Quebec para la educación de las niñas de la Nueva Francia y de las Amerindias. Se dedicó a enseñar a los indígenas y al pueblo canadiense. Su influencia está todavía viva en el nuevo Mundo debido a su espíritu, inteligencia y dedicación.

El Papa Juan Pablo II la proclamó beata el 22 de junio de 1980. Pensaba que ella tenía un “alma profundamente contemplativa” y que fue una “maestra de vida espiritual” en quien se demuestran las virtudes de una mujer cristiana. El Papa Francisco la canonizó el 3 de abril de 2014.